miércoles, 2 de septiembre de 2015

la delgada línea


























Que eventos desacomodan el tablero? 

Dice George I. Gurdjieff:

"Usted está dormido, no sabe quien es porque no se conoce a sí mismo. Hoy es una persona, mañana es otra, Usted no hace las cosas, las cosas lo hacen a Usted, así que me atrevería a decirle que si no se toma en serio lo que le digo, si no asume un trabajo sobre sí mismo, como lo más importante que haga en su vida, seguirá durmiendo hasta el día de su muerte..."

Si en forma provisoria acordamos con este precepto, y reparamos en la cantidad de eventos que nos atraviesan diariamente, esta búsqueda del conocimiento propio parece una tarea ciclópea. De meticulosa consistencia y de esencial convergencia.
No es cuestión de morirse adormilado por la acción de las cosas y los eventos, sin adoptar una posición o, en el extremo opuesto, encerrarse en una atmósfera impermeable a la eventualidad.

Cuando dibujamos por ejemplo, cada trazo divide el soporte en dos, uno de un lado y otro del otro. Donde está el dibujo? De que lado de la línea? Donde estamos nosotros, de un lado o del otro de la línea? O somos la línea? 

Cada trazo define y redefine ( quise decir indefine pero la real academia insiste en que no existe tal palabreja, uff) a la vez, en una multidimensionalidad sorprendente. Cada trazo nos modifica a nosotros que a la vez intentamos modificar al trazo, que muchas veces parece emerger del mismísimo infierno para molestarnos:...de donde salió esta línea...tan insípida?
Un buen trabajo de instrospección consiste en desacralizar al bendito trazo, estableciendo una mutación constante con cada uno de ellos, casi como un garabato interior. Una y otra vez como un mantra. Un garabato corporal.

Llevar el trazo y dejarnos llevar por él, dejando atrás la línea y su inquietante delgadez.

Abrazo
Gustavo Barbosa

fotografía: Leland Bobbe
video: Tadao Cern




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