sábado, 29 de agosto de 2015

refugios




Debo reconocer que esta fotografía del fotógrafo alemán Daniel Etter, donde muestra a refugiados de Siria llegando a una isla griega, me perturbó.
El llanto y la mirada de este superviviente abrazado a sus hijos, son un golpe demoledor a la insensatez humana. No puedo despegar mis ojos de los ojos de este señor.

Este blog orilla temas de la materia que nos convoca, temas remotos a la misma, pero muy pocas veces se instala en la cruda cotidianeidad. Contadas veces...ésta es una.

La odisea de los refugiados a través de la historia siempre ha sido un drama vergonzante. Habla de guerras, odios, luchas de poder y demás encantos de la condición humana, donde siempre ha habido víctimas y victimarios, refugiados y provocadores del, desposeídos y poderosos apropiadores, pero la pregunta que me surge es que y cuanto nos separa de alguien que ha perdido todo, hasta su dignidad?

Me pregunto que nos separa desde nuestra privilegiada posición de tener cubierta la supervivencia y poder estudiar por ejemplo, con los refugiados internos, con los desplazados por la miseria y las políticas insensatas e insensibles?

Creo que es tan poco lo que nos separa, tan extremadamente poco. Los procesos sociales en nuestro país han provocado situaciones dramáticas de desplazamientos, generadoras de miles de refugiados interiores, desposeídos de su vida por políticas liberales detentadas por los poderosos, los que no entienden que detrás de los recortes, de las tasas, de las finanzas, hay gentes, hay otros como el señor de la foto que se aferra a la angustia, quizás lo último que puede conservar.

En este año de elecciones, de tironeos políticos y sociales, del ejercicio de la anhelada democracia que tanta sangre y lágrimas costó, pienso en tanta gente que en los últimos años ha recuperado algo de su ser social, pienso en tanta gente que aún no lo logra, y me cuestiono el odio de algunos sectores de los poderosos y de los pusilánimes habitantes de la repugnante clase media que adulan a aquellos y pisotean una y otra vez las voces de los que simplemente intentan sobrevivir.

Será el sabernos tan milimétricamente cerca del que nada tiene, lo que nos hace tan miserables? 
Será ese miedo el que nos transforma en un virus insensible?

Por eso los adalides de esa insensibilidad social y los cultores del neoliberalismo son los deben ser dejados en el camino, para que se corroan en su inmunda soberbia.
Como diría el famoso catalán, entre ellos y yo hay algo muy muy personal.

Todas estas cosas me viene provocando la mirada del señor sirio, al que espero la vida le dé algo parecido a un momento de felicidad y lo aleje del horror.

Abrazo, a ustedes y al señor
Gustavo Barbosa





5 comentarios:

  1. Será ese miedo el que nos transforma en un virus insensible?

    Quizá no tener miedo nos vuelva más humanos, más humildes.
    Es un tema para pensarlo.

    https://www.youtube.com/watch?v=K14BVDZD73M

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  2. el llanto, la mirada, el abrazo con sus hijos... ese brazo fuerte que amarra vida cuando todo conspira contra ella..... tiene, debe, desgarrarnos del orgullo que portamos y que en humildad considero, es todo lo que nos separa del otro, orgullo de creernos superiores, distintos, con derechos sobre... No puedo sostener la mirada en ese hombre.... me desnuda en absoluta vergüenza... propia... ajena....

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    1. Es así como lo decís Karina, esa mirada nos desnuda y nos muestra nuestra debilidad. Sostener estas miradas debe ser parte de lo que hay que aprender.
      Yo también reparé en ese brazo fuerte, con la necesidad de que también nos abrace.

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    2. cuánto tenemos que aprender, no? "ponerle el cuerpo"...(y con él la vida)... todavía me queda dando vueltas esa frase desde aquella teórica... a qué se lo ponemos? hasta dónde, cuándo y por qué lo arriesgamos? ponerle el cuerpo olvidándonos del "yo"...

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