sábado, 27 de julio de 2019

viejos























Estoy un poco monocorde con el tiempo, sabrán disculpar.

Cuando era, éramos chicos y caminábamos las veredas siempre nos cruzábamos con gente grande, vestida como gente grande, caminando como gente grande, viejas, viejos pensaba uno. 

Estamos hablando de 50 o más, años atrás. Todo ha cambiado y sin embargo, unas tardes atrás me crucé con uno de esos viejos, igual a sí mismo, igual a aquellos, vistiendo aquellas mismas prendas, caminando pausadamente igual que hace tanto tiempo atrás.

Probablemente aquellas señoras y señores de esos años tendrían un par de años más que el que suscribe, pero no nos reconocemos en esas imágenes, entonces, que cambió?

Antes te vestían de niña/niño, antes te vestías de joven, de grande, de sexagenario. 
Hay gente que a los treinta ya parece grande y hay gente que no.
Hay gente que vive pautada, hay gente que no.
Hay gente que obedece, hay gente que no.
Hay gente que es ajena siempre, hay gente que no.
Hay gente que es eternamente joven, hay gente que no.

Las anuales transfusiones de energía a la que nos vemos expuestos cada año en nuestros talleres, en nuestros pasillos, en nuestra universidad, nos preserva de la monocromía y de la escala cronológica obligada. 

Estará latente la antinomia de "La guerra del cerdo" o nó?

Abrazo
Gustavo Barbosa

fotografía: Dimitrios Markoglou

domingo, 21 de julio de 2019

sucesos























Las vidas de todos son una sucesión de sucesos que van sucediendo.

Pasamos del presente al futuro, abrevando en el pasado que nos arma el equipaje.
Somos discapacitados temporales, nada podemos hacer para retener el presente que tiende a descomponerse sin dejarnos con argumento alguno.

Planificamos con minuciosidad los pasos a seguir pero la caspa de una mosca puede alterar con esmero toda la cuestión en una millonésima de los segundos que solemos invocar.

Somos, seguramente, parte de un gigantesco mecanismo universal que mueve a cada una de nuestras ínfimas cosmogonías.

Nuestras profesiones, que basan (con fe ciega) en el Proyecto sus procesos tranformatoriosdeberían incorporar como un dato esencial a considerar, la "inminente hecatombe", como parte del escenario cotidiano.

Aprender a intervenir con dosis homeopáticas se transforma en un sutil ejercicio de tamaña virtud. Hay tantas variables prestas a intervenir con sumo descaro, que sería muy presuntuoso creer que podemos manejar a todas ellas.

Conducir sin conducir, decir sin hablar, provocar sin gritar, así vamos, porque en realidad, todo ésto no deja de ser un gran juego.

Abrazo
Gustavo Barbosa

fotografía: Amahi Mori

lunes, 8 de julio de 2019

converger


























Hace tantos años ya!
Y las preguntas son recurrentes, cada vez más,

que enseñamos? como se enseña?

Enseñamos a dibujar, enseñamos a formar (dar forma), enseñamos a pensar, enseñamos a proyectar, enseñamos a considerar un infinito posible, enseñamos a alterar, enseñamos a subvertir, enseñamos a provocar, enseñamos a imaginar, enseñamos a confiar, enseñamos a gritar y a callar, enseñamos a decir, enseñamos a creer, enseñamos a  transformar, enseñamos un montón de cosas. 

Todo lo dicho lo hace cualquier docente responsable, de los que hay muchos en la Educación Pública, pero la pregunta va más allá.

Solo me importa que, considerando la profunda condición humana, podamos converger en estados de consistente felicidad, no la que usamos para feliz cumpleaños o para felices fiestas, no. Hablo de felicidad existencial, la de conducir nos.

Cuando se apaciguan las evaluaciones, cuando se terminan los cursos, cuando Monge nos mira relajado desde algún lugar, nos queda el cosquilleo de la tarea cumplida y las sonrisas. Y la memoria.

Las semillas solo necesitan un poco de cariño para animarse.
Lo sé, tantos años no van siendo en vano.

Abrazo
Gustavo Barbosa

para todos

fotografía: Imre Rimoczic