domingo, 18 de enero de 2015

de serios humores



"El problema con el humor es que nadie lo toma en serio"  Mark Twain

Este tema del humor realmente es algo serio. Decidir ponerse el humor en la mochila y llevarlo a todos lados requiere de unas cuantas decisiones previas necesarias a la hora de provocar escozor en el mundo serio. Porque la transgresión es la marca esencial del humor.
Podemos transgredir la realidad de muchas maneras, hasta destruyéndola, pero si así lo hiciéramos, nos quedaríamos sin esa realidad para poder reírnos de ella y entonces?
El humor produce alteraciones en el organismo del otro, no importa la condición, ni la formación, ni el cargo que ostente. El humor abre puertas de apariencia inexpugnable porque desarma las ostentosas armaduras que nos separan de la humanidad del otro.
Está comprobado.
Pruebe lo siguiente, querido lector, arremeta en cualquier oficina pública armado de una gran sonrisa e intente un diálogo inesperado con el/la funcionario/a al que se enfrenta. Notará rápidamente como se fisura la hiperestructura de malhumor que sostiene la cuidada condición de impedimento que impera en el lugar. Si no logra su objetivo, al menos se irá con la sensación de un pequeño triunfo.
Nada es tan serio como para que no podamos sazonarlo con humor, pero esa afirmación de la seriedad exige un ejercicio de inteligencia en la contienda. Una condición indispensable para no caer en la fácil trampa del golpe bajo o la chabacanería como recurso de sospechosa conformación.

El humor no figura en los programas de materia alguna en el universo de la enseñanza, sin embargo no considerar su ejercicio en aras de un respeto obsecuente al status-quo imperante, suele privarnos de explorar nuevos territorios de aprendizaje.
La dramatización de esta tensión entre el humor y la seriedad que ponemos en juego en cada una de nuestras clases teóricas han dado pruebas más que suficiente de la condición de bálsamo del recurso.

Siempre me llamaron la atención y admiré a los cultores del humor inteligente, como Quino, Fontanarrosa, Capusotto, Les Luthiers, Tato Bores, los uruguayos de Telecataplum, Liniers, Enrique Serrano y tantos otros, así como detesto a los acólitos del chiste fácil y la grosería cuyos nombres me reservo por aquello del humor y las buenas costumbres.

Hay de todo y para todos, lo importante es darse cuenta que la vida tiene tendencia a ponerse seria y en ese camino podemos olvidarnos de ejercitar los ochenta músculos que moviliza la risa, incluyendo al alma que sin duda se ilumina cuando, entre carcajadas, se le escapa el pis para hacernos un poco más mejores.

Abrazo y no me hagan reír, por favor!
Gustavo Barbosa




martes, 6 de enero de 2015

todo terreno



















































Es difícil analizar el vínculo del ser humano, niño/niña o niña/niño, con el automóvil.
El impacto de estos bichos de 4 ruedas en nuestras ciudades es significativo, o más bien es significativo el deterioro que provoca la hiper población vehicular. No hace falta describir el espiral de ruido, humaredas, caos y el crescendo de idiotas que agarrados a un volante se transforman en desaprensivos asesinos sin percatarse de que hay otros humanos ocupando el espacio por el que quieren pasar contradiciendo a destajo la ley básica de impenetrabilidad de la física.

La idea de libertad que nos venden los fabricantes de automóviles en místicas publicidades casi inentendibles,comienza a cobrar sentido cuando el horizonte urbano se desvanece y nos quedamos solos frente al camino y la naturaleza. O la naturaleza sin camino.

Si desaparece el plano horizontal, si la línea de horizonte se altera, si la materialidad transmuta abruptamente y donde dice asfalto debe decir, arena / nieve / hielo / barro tal vez, si el charco se transforma en laguito, si los puntos cardinales se confunden y arriba o abajo suena parecido,  si pasa todo eso, empezamos a entender la versatilidad de estar preparado para el todoterreno.

Es un poco parecido a estas profesiones que la vida nos puso por delante. Estar preparado para múltiples circunstancias, contextos de variabilidad aleatoria, presiones económicas y estéticas, rapidez de reflejos, capacidad de preguntar y repreguntar hasta el hartazgo, firmeza y fluidez, son los condimentos cotidianos del mundo profesional.
No hay zapato que resista sumergirlo en el pastón de material, ni traje que sobreviva a una pared recién pintada. La vida en la obra es otra. La vida en el taller también es otra.

La vida con un todo terreno es otra y sino preguntenles a estos 600 enfermos que están transitando lugares casi inexpugnables desde el 4 de enero, para disgusto de los ultra ecologistas y para admiración eterna de los aventureros.

Salud y abrazos masivos
Gustavo Barbosa