Esta publicación de Monstriña, me hizo pensar y nada me gusta más que algo o alguien me haga pensar, sobretodo en estos días de onanismo social.
Dejando atrás la obvia figura de Peter Pan y su sombra perdida, las sombras vienen de fábrica con cada uno de nosotros. Más ecuatoriana o más polar, la cosa es que portamos sombra sin necesidad de permiso o salvaguarda alguna.
La sombra es luz dependiente.Sin luz no hay sombra y si no hay sombra, será que no hay luz?
Es un fenómeno unívoco. Y ni hablar del color, que me toca el hombro pidiendo pista.
La sombra conlleva el estigma de la oscuridad y el correspondiente temor. Eso está enquistado en nuestra cultura occidental, pero, es así?
La palabra asombrar, por ejemplo, que nos dice en este momento donde la palabra asintomático está en boga?
Asintomático es esa cualidad de no tener síntomas.
Asombrar es la acción de no generar sombras? El diccionario, en una acepción, dice que es lo contrario.
El asombro, esa cualidad que nos permite desarrollar la capacidad de captar lo extraordinario, incluye la luz y la sombra?
La vida sería muy aburrida si no cultiváramos el asombro, que no debiera ser solo una cualidad de la niñez, todos nos merecemos una vida de asombros cotidianos.
Somos luz y somos sombra, somos dioses y somos demonios, si no me crees corré al espejo y después me contás.
Monstriña tiene sombras a todo color, por casa como andamos?
Abrazo
Gustavo Barbosa
ilustración: María Verónica Ramírez ( genia amiga)
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