lunes, 19 de diciembre de 2022

decreto de alegría

 


Tengo grabada a fuego la palabra alegría.
Y más que la palabra en sí misma, el concepto de la alegría.

Entre el carnaval de eventos cotidianos que rige nuestro paso por este mundo y nuestros consecuentes estados interiores, vivimos en una saludable tensión que a veces nos deja un gusto amargo en la boca y otras veces nos transparenta hasta el tan mentado espíritu.

Estos días de festejo mundialero nos regalan imágenes de una claridad meridiana.

Las y los argentinos vivimos, como podemos, varias realidades simultáneas:  

la propia,
la de nuestro entorno directo,
la que nos muestran los medios,
la que nos inducen a creer,
la que nos escatima muchas veces el funcionario de turno,
la del desánimo,
y, quizás la más importante, la del colectivo social que nos da identidad.

Me pregunto: cómo se construyen los cimientos de un reservorio de destellos de la alegría como sustancia para la supervivencia de nuestra sociedad?

No hay decreto, no hay bono que alimente el hambre de felicidad de la gente que la está pasando mal, no lo hay. Un fenómeno popular como el fútbol, irrumpe desde afuera y es metabolizado por todxs para emerger otra vez en forma de sonrisas colmadas de alegría.
Un fenómeno transversal a toda la sociedad, la nuestra, la golpeada, la que se adueña de la calle para gritar su felicidad.

No es solo el fútbol, es mucho más. Es una pulsión de vida, es un posicionamiento político de inmensa implicancia, es lo que somos, unx más unx, de una punta a la otra del país.

Que no nos escriban el libreto de la vida, elijo vernos en la trinchera de la alegría para construir un mejor lugar.

Abrazo grande
Gustavo Barbosa

fotografía: ES Fotografía












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