Así, en caliente, invadido de emociones, me siento a escribir.
Cada generación siente (en parte tiene la obligación) que puede cambiar el mundo.
No sé desde cuando tenemos esa conciencia, quizás desde siempre, quizás no.
Mi generación tomó algunas decisiones que yo consideré desacertadas, a pesar del violento contexto en el que nos tocó vivir. Hoy, bajo los ojos de la experiencia, miro con afecto a muchos de aquellos jóvenes.
Hoy es un día memorable para esta sociedad.
Algo fulminante y radiante, se instaló para siempre en nuestros escenarios, en la calle, en las aulas, en las familias, en todas partes.
La voluntad de nuestros jóvenes de ejercer la libertad encontró una vía contundente, hermosa, y efectiva.
Nuestras hermosas mujeres se decidieron a decir basta y lo van logrando, así, sin detenerse ante ningún poder.
Como lo vienen haciendo las queridas Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, van materializando la resistencia en el sentido más hermoso de la palabra.
Agradezco a cada una de estas chicas que nos van mostrando un nuevo mundo posible.
Agradezco estos pañuelos verdes repletos de convicción.
Agradezco a mis congéneres varones que van asimilando todo este proceso con admirable flexibilidad.
Por supuesto condeno toda expresión de troglodismo cultural, ese que va perdiendo terreno inexorablente
Abrazo chicas y chicos
Nos han llenado de orgullo
Gustavo Barbosa
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