La vida supo ser más sencilla a partir de la invención de la lámpara incandescente por don Thomas Alva Edison allá por 1880. Fue uno de los inventos que más revolucionó la vida cotidiana a pesar de su marcada ineficiencia desde el punto de vista de la energía que consumen. Sin embargo miles de nuestros congéneres ( incluidos vos y yo, lector) las hemos usado con natural desenfado. El concepto de sustentable aún no era una moda y es tan pero tan relativo!
En 1939 se comenzó a utilizar el tubo fluorescente y con él, comenzó una nueva clase de enfrentamiento luminotécnico: ilumino como una acción funcional? o ilumino para alumbrar mis estados de ánimo? Nada más molesto para un arquitecto/a que la respuesta sobradora de un técnico frente al interrogante de como iluminar un espacio: "los tubos son eficientes y dan una luz pareja..." sí, sí, sí! pensaba uno, pero quedáte un par de horas abajo de un tubo y te empiezan a crecer pelos en el cerebro mientras tu piel adopta un tinte verdoso de sospecha inmediata.
A partir del año 2010 se reglamentó la prohibición de la vieja y querida lámpara incandescente para reemplazarla por la aparentemente fantástica lámpara de bajo consumo, que en realidad tiene el mismo concepto que el tubo fluorescente pero en formato compacto y con la misma rosca inventada por el señor Edison.
El flagrante problema que amenaza nuestro futuro es que cualquiera puede desenroscar la vieja lamparita de 25 y colocar en su reemplazo, la flamante lámpara de bajo consumo que compró en la ferretería de la esquina, sin evaluar por un segundo si la misma era de luz cálida o de luz fría...Señores o señoras fabricantes alguien puede imaginarse un mundo de paisajes nocturnos contaminados por esas siniestras luminarias de frialdad inconsolable? Por si no queda claro, son horrendas las lámparas de luz fría y crecerán hordas de niños grises bajo sus rayos maléficos!
Basta recorrer cualquier barrio apenas baja febo, para ver casas y departamentos amoblados con esmero, expuestos a los efectos destructivos de estos deleznables artefactos!
No señor! No nos rendiremos jamás! La luz es una parte sustancial de nuestras vivencias espaciales, basta sentir el sol o nuestra vía láctea en una noche clara, para entender su consistencia.
Somos parte de la luz.
Sostendremos a raja tabla la vieja lámpara de pantalla, las lamparitas que aún queden en pie y para no ser fundamentalistas, solo adheriremos a la lámpara de bajo consumo CÁLIDA!
Cálido abrazo jóvenes y revisen sus aposentos, el germen de la luz mala puede estar cerca...
Gustavo Barbosa
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