Hace unos días leí en el muro de una amiga una frase increíble: "escribo para espiarme",
una reflexión que me resultó reveladora. Quizás no haya acto más solitario que el arte, en cualquiera de sus formas: pintar, esculpir, hacer música, escribir. De ahí la maravilla encerrada en esa frase: me miro soslayadamente, me espío. Estoy solo conmigo.
Tenemos muy poco control de nuestras almas, obvio, si apenas podemos con nuestros cuerpos, esos fieles compañeros del trayecto completo, de terminal a terminal, que duran lo que duran, que nos hacen disfrutar y también nos hacen padecer en el inexorable camino al secreto mejor guardado de la historia de la humanidad: la muerte.
Y se aparecen las eternas preguntas:
Me espío para adentro?
Me espío para afuera?
Cual es el adentro y cual es el afuera?
Y así...hasta que las velas no ardan.
Porque no tendría sentido todo este despelote que es vivir si no trascendemos de alguna manera a este certero cambio de estado. Será imperceptible o será magnífico, pero será, no tengo duda alguna. Este candombe que es la vida, la nuestra como inmediato lugar, se merece que podamos resonar de mil formas.
Hace muy poco Jade, mi hija, me dijo algo conmovedor: " Gracias por enseñarme a observar la belleza de este mundo". Uffff, si me permiten la onomatopeya.
Cuarenta años de docencia quedaron graficados en esas palabras. Miren, observen, vuelvan a mirar, conmuevan y conmuevansé. Qué otra cosa?
Hay tanta gente hermosa en estos trayectos, a algunos los llamamos amigos, amigas, hijos, hijas, amores, compañeros, compañeras, hasta enemigos si hace falta.
Hay tantos lugares para respirar, tantas imágenes para aprehender, tantos olores para atrapar y tantas infancias para llevar en el escaso equipaje.
Hay tanto amor brillando por allí.
Hay tantos segundos y hay tantos días, de ahí el título de estas palabras.
Me gusta pensar que dejaré millones de sonrisas, miles de melodías ( aunque no sea un músico) miles de abrazos, miles de ganas, miles de miradas y todoesoquevieneatrás.
Ésa será mi herencia.
Me gusta pensar que estamos vivos, a como dé. Brindo por éso.
Abrazo
Gustavo Barbosa
Iustración: Monstriña por María Verónica Ramirez
Todos estamos solos con nosotros mismos. Solo que algunos lo niegan o no quieren saber nada de eso. El encuentro con uno mismo, habitado por fantasmas así como lo maravilloso de este camino sinuoso del vivir y la aceptación (no como acto de resignación sino de superación) es algo que nos trasciende.
ResponderEliminarSiempre reparo que observar no es lo mismo que mirar o ver. Y observar para detenerse en lo que "hay" ( como reiteradamente lo hacés) mucho menos...
Y claro que trascenderás!!!
Aunque no seas músico... porque la calidez y la empatía de tu alma es el hilo que teje la trama de una melodía que sólo a vos pertenece.
No es el tiempo vivido lo que nos acerca a la muerte. Es la comprensión de ciertos hallazgos lo que nos acerca a la vida.
Salud!!!
Diría que vale el esfuerzo de escribir solo para recibir estas maravillosas devoluciones, mi querida Anónima (ja) Hermoso, sin atenuante alguna
Eliminar+ atenuante alguno
EliminarY vos sabés que la imagen arquetípica de piscis es el músico? Cosas de la vida y el cosmos, vió?
ResponderEliminarNo sabía, notable
EliminarVivos
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