sábado, 27 de julio de 2019

viejos























Estoy un poco monocorde con el tiempo, sabrán disculpar.

Cuando era, éramos chicos y caminábamos las veredas siempre nos cruzábamos con gente grande, vestida como gente grande, caminando como gente grande, viejas, viejos pensaba uno. 

Estamos hablando de 50 o más, años atrás. Todo ha cambiado y sin embargo, unas tardes atrás me crucé con uno de esos viejos, igual a sí mismo, igual a aquellos, vistiendo aquellas mismas prendas, caminando pausadamente igual que hace tanto tiempo atrás.

Probablemente aquellas señoras y señores de esos años tendrían un par de años más que el que suscribe, pero no nos reconocemos en esas imágenes, entonces, que cambió?

Antes te vestían de niña/niño, antes te vestías de joven, de grande, de sexagenario. 
Hay gente que a los treinta ya parece grande y hay gente que no.
Hay gente que vive pautada, hay gente que no.
Hay gente que obedece, hay gente que no.
Hay gente que es ajena siempre, hay gente que no.
Hay gente que es eternamente joven, hay gente que no.

Las anuales transfusiones de energía a la que nos vemos expuestos cada año en nuestros talleres, en nuestros pasillos, en nuestra universidad, nos preserva de la monocromía y de la escala cronológica obligada. 

Estará latente la antinomia de "La guerra del cerdo" o nó?

Abrazo
Gustavo Barbosa

fotografía: Dimitrios Markoglou

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