viernes, 10 de julio de 2015

las formas de los virus
























A propósito de la Independencia, las elecciones y los lugares de uno en el mundo, el notable dibujo que ilustra esta entrada, publicado en la revista Caras y Caretas en 1913, muestra el proyecto de apertura de las Diagonales Norte y Sur, mejoras en la Plaza de Mayo, el Cabildo castrado de torre y longitud y el Congreso Nacional en el eje de la Avenida de Mayo.
Aires de modernidad se imponían en Buenos Aires que venía creciendo al ritmo de las bonanzas económicas y transformaban la urbe con aires europeos que tanto afán despertaba en las clases dominantes tan candorosamente cipayas.

Con la modernidad llegaron la sobrepoblación, los códigos de edificación y el virus más monstruoso que infecta nuestras ciudades, la especulación inmobiliaria. Con legislaciones de una liviandad sorprendente, nuestros espacios urbanos quedan expuestos a la inescrupulosa mirada inmobiliaria que relativiza cualquier valor estético, histórico o de respeto a las tradiciones de nuestra sociedad.

Con criterios de incomprensible razón los sucesivos códigos han permitido todo tipo de barbaridades en distintos barrios de la ciudad y alrededores cuyos municipios copian sin pudor las aberraciones epistolares de la nave madre. Con ojos vendados los funcionarios definen zonas en la ciudad sin evaluar la situación particular de cada cuadra y de cada manzana.

Este virus ataca de forma masiva a la sombra de decretos de siniestro origen y es difícil encontrar zonas de la ciudad que hayan logrado salvaguardar el espíritu de sus habitantes de siempre que deben contemplar atónitos como caen bajo la piqueta obras de belleza irrepetible para que emerjan en su lugar edificios de espanto o peor aún, de tilinga tonalidad "cool"
El desorden morfológico de la ciudad crece de la mano de sus gobiernos tan fastidiosamente pro y de a poco nos parecemos cada vez más a esos escenarios dantescos que proponían películas señeras como Blade Runner

El proceso es muy simple y efectivo, en una cuadra o manzana de casas bajas y vidas apacibles, un día la demolición de una de esas casas irrumpe de manera grotesca para hacer lugar a la anodina propiedad horizontal que ocupará su sitio. En muy breve tiempo los vecinos aplastados por la sombra y la indiscreción de visuales indeseadas o tentados por números inesperados, abandonan sus querencias y el mecanismo se efectiviza con la prevista precisión. El escenario podrá ser irreconocible en un corto plazo con plantas bajas anónimas sólo habitadas por aburrido personal de seguridad.

Es muy difícil romper esta sinergia. Estará en nuestras manos como sociedad poder resistir antes de que no quede nada por salvar. 
Lejos está de ser sólo un tema de los profesionales de la construcción, con ser habitante e involucrarse, alcanza.






























































Abrazos construidos sin demoler
Gustavo Barbosa




5 comentarios:

  1. Parafraseando a Pina Bausch, reciclemos, reciclemos, de otra forma estaremos perdidos

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  2. la casa de Christophersen.... hermosa!

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    1. Exactamente Karina, la de la calle Guido, una belleza...demolida

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  3. Creo pertinente compartir esta excelente realización (chin pum...!!!)
    https://youtu.be/jFhGZCDhDVw

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    1. Muy pertinente mi querido, tenemos el placer de conocer a Graciela Raponi y Alberto Boselli los padres de esta excelente investigación que muestra el devenir de nuestra ciudad. Abrazo!

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