A veces
la historia se convierte en presente y algunas otras pocas veces, se convierte
en bálsamo.
En esos momentos pareciera que las viejas
heridas o las viejas cicatrices salen a la luz para dialogar con los espíritus, y entonces poder establecer algunos
pactos.
Llevamos en la mochila viejas memorias sociales
que por momentos parecen ser olvidadas en algún rincón porque opera la
indiferencia o la frivolidad, pero que, inevitablemente, un día atraviesan
nuestros poros como rancios sudores cuando algún mensajero las mueve para
acomodar las piezas dislocadas.
La entrega de los legajos académicos de los
estudiantes de la FAU (así , sin D por aquel entonces) secuestrados y asesinados por la nefasta maquinaria de la
dictadura del 76 a sus hijos biológicos, nietos recuperados por las Abuelas de
Plaza de Mayo, es parte de estas ceremonias reconstituyentes.
La emoción que nos embargó a todos los que
pudimos presenciar este sentido acto de justicia, nos permite acomodar una de
esas piezas faltantes en nuestro cuerpo social y académico.
Todos recuperamos algo el viernes 29 de mayo.
Todos somos parte de esa bandera que nos observa cada vez que ingresamos a
nuestro pabellón 3. Todos somos una de esas caras. Todos somos uno de esos
nombres. Todos somos parte de la felicidad de Manuel y de Jorge, esos hijos que
así recuperan una parte de sus padres y de ellos mismos.
La vida tiene
estas cosas. Estos aires de felicidad que tanto logran curar.
Abrazo
Gustavo Barbosa
Para la memoria de Ana María del Carmen Granada y Hugo Alberto Castro
Para nuestro amigo
Rubén Morresi, una cara de nuestra bandera
el cartel del patio es parte nuestra
ResponderEliminarprimero solo fueron los nombres y luego vinieron sus rostros
esas caras que hemos mirado una y otra vez, preguntándonos que materias estarían cursando esos chicos, si tuvieron dudas, si eran buenos alumnos, si se enamoraban de todos los docentes de diseño como me pasaba a mí
lindo acto, lindos los hijos que recibieron los legajos
un beso enorme para ellos