Y la vida continúa, tozudamente.
Aprendemos y esparcemos matices que se transforman en enseñanzas o, en el mejor de los casos, iluminan algún rincón oscuro y enmohecido de una manera sutil y casi imperceptible.
Así funciona y así funcionará.
Nunca entendí el conocimiento como una entidad hiper racional, sino embebido por misteriosas alquimias que lo cargan de la energía de cada ser que lo recorre. Vos, yo o quien se lo proponga.
Detrás de las grandilocuencias están los pequeños gestos y allí, en ese intangible espacio está la vida de cada una y uno de nosotros. Aprender implica bajar la guardia y abrirnos al vértigo de la incertidumbre.
Así hacemos que la vida se alimente y se afecte. Así trascendemos a las y los que nos preceden y así nos quedamos en silencio ante las y los que siguen este impresionante camino.
Abrazo
Gustavo Barbosa
fotografía: Ilya Nodia
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