Celebrar el encuentro.
Es sorpresivo, es sorprendente, es repentino, es loable.
Los encuentros nos encuentran distraídos? Inexpugnables, taciturnos, descreídos, inmutables, ansiosos, abiertos, deseosos, cerrados, dispuestos, acertivos, pensantes?
Querida/o mortal, los encuentros nos eluden, nos brillan, se ríen de nosotros, nos preparan el lugar, nos hacen la cama, nos bañan, sin pensar, sin hablar, así, insanos.
Cuantos encuentros suceden en la vida?
Uno, tres, cinco mil? No importa, serán los que te marquen la piel con tinta superlativa.
Los encuentros suelen tomar formas inexplicables, son una música, un mortal como vos o como yo, una imagen, una mirada, un abrazo o una sonrisa, se aparecen casi en silencio, fundidos en escenas de habitual recurrencia.
Los encuentros tienen la capacidad de manejar esa hirsuta dimensión a la que llamamos tiempo, esa que nos condiciona la vida entera con eficiencia absoluta, bien pueden ser segundos en los que cruzamos una mirada y provocan años de vivencias virtuales, bien pueden ser tiempos inabarcables, de esos que cuesta tanto cuantificar.
Los encuentros nos abren al otro/otra, implacablemente. Esa es la cuestión.
Destruyen ese concepto tan remanido de parapetarnos en "nuestra zona de confort"...lo pulverizan en fina dispersión.
Quizás algunos de ellos nos hayan pasado por al lado, tan sutiles y discretos, porque no avisan demasiado, por lo que conviene estar alerta, no vaya a ser que haya sido el último y te quedes del lado de los perdedores.
Abrazo
Gustavo Barbosa
fotografía: Tim Tadder
gracias Carbo querido por este tema!!
Si sabremos de eso querido amigo... hasta nuestro próximo encuentro que nos fundirá (como siempre) en ese abrazo que parecería no tener fin.
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