jueves, 13 de noviembre de 2014

historias y pasiones




























Como se despierta una pasión?

Me cuesta imaginar ciertos momentos de la vida transitados desapasionadamente.
Creo  que vamos construyendo un camino de postas de pasiones que nos energizan para seguir buscando otros momentos de nuevas pasiones que nos den el envión suficiente.
Por el contrario podríamos imaginar un código de estados mentales ordenados y consecuentes para, de esta manera, intentar evitar los sobresaltos de lo apasionado. Una tarea harto aburrida y básicamente inhumana.
Un día la adolescencia nos ataca subrepticiamente y una ensalada de caos hormonales nos enfilan directo al abismo del mundo emocional. A partir de allí podemos construir el camino a la sensata adultez o dejar abiertos un par de poros de buen diámetro para dejar que se cuelen todo tipo de estímulos que mantendrán nuestra interna humanidad con la consistencia de una gelatina capaz de absorber con avidez todo eso que va más allá de estudiar, trabajar y convertirnos en personas de bien (¿?)

En mi caso personal, la música destruyó mi capacidad de resistir a la indiferencia y se convirtió en el vehículo por donde navega todo lo demás de la vida. Así de contundente.
Un perfecto medidor del estímulo emocional/pasional.
Los cuatro señores de la foto que ilustra esta entrada tienen una vital importancia en dicho proceso. Con algunos pocos años más que quien les escribe, se transformaron en los héroes que todo adolescente necesita: Almendra
Yo tenía 16 en aquel verano del '70 cuando apareció el primer Lp de este grupo de rock (conjunto, decíamos) (música beat, decíamos). Ya tenía algunos discos simples, pero éste era un paso enorme. Todo ese verano puse una y otra vez el longplay en mi Wincofón. Todo el verano y toda la vida.
Con placer empecé a entender que alguien decía lo que yo necesitaba escuchar y lo hacía en un paisaje musical que me llevaba a descubrir otras partes de mi humanidad. Fue un punto de apoyo para visualizar todo lo demás que siguió.
El rock era subversivo y estaba absolutamente al margen de los medios y sus satélites.
Nos sentíamos parte de algo que intentaba irrumpir en el mundo de los mayores.

Siempre tratando de trazar el paralelo necesario, pienso en el peso de lo emotivo en nuestro bello mundo de acciones proyectuales. Tienen un indisoluble vínculo!
Como dice con cierta ironía Spinetta en el video de abajo, somos los "decoradores" de las cosas importantes de la vida. Yo me animaría a desviar un poco el  concepto, para decir que somos los materializadores de nuestras propias emociones en forma de objetos para que el otro los use y se imbuya de toda esa carga subliminal mientras subvertimos lo conocido.

Después de varios meses de convivencia querido estudiante 2014, me permito bregar por tu eterna predisposición a la pasión como materia esencial. Todo lo demás tiene otros tiempos, otros espacios y se puede aprender. La pasión hay que ejercitarla.

Abrazo 
Gustavo Barbosa


3 comentarios:

  1. yo al flaco no lo vi llegar....siempre estuvo dando vueltas en los sonidos que salían del dormitorio de mi hermano, un insoportable adolescente que escuchaba música mas fuerte que lo aconsejable para la convivencia familiar

    años mas tarde, cuando me interesó a mí la música, a este personaje (spinetta) como a tantos otros, ya los tenía pegados y sorprendentemente tarareaba sus melodías sin darme cuenta

    "muchacha" es la canción que nos mantiene en ese estado que uno nunca pierde de la adolescencia (los poros que habla barbosa...)

    beso enorme, moi

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  2. Siguiendo ese análisis que va más allá de los acordes, a mi, como miembro de una generación que increíblemente nació en los 80 (fines) pero se la considera de los 90, se me hace difícil dejar de caer continuamente en el asombro al ver el poder de ciertos artistas de unir generaciones casi infinitamente separadas, al menos, cronológicamente.

    Larga vida a la Cátedra Barbosa.
    Abrazo
    Guille

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    1. Ese fenómeno que citás Guille es realmente sorprendente. La generación por detrás nuestro y las anteriores, en general repetían tradiciones, incluyendo la música. La irrupción del rock provocó una fractura intergeneracional tajante con nuestros mayores, de ida y de vuelta.
      Detestábamos el tango y ellos se molestaban con el incipiente rock.
      Hoy paradójicamente, ciertas músicas atraviesan los tiempos como bien decís.
      Abrazo!!

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