Dejo pasar algunas horas para dejar que aflore la racionalidad y analizar el fin de curso 2014 con criterios de sana objetividad, casi, como Dios manda.
Un acto sin sentido de inutilidad absoluta!
Los 260 estudiantes que ayer completaron su cursada de la materia con firma de libretas incluida, cerraron un capítulo administrativo/curricular necesario.
Concluido el arduo trabajo del año y liberados de la inquietud de la calificación, empiezan a aflorar las dimensiones que en nuestros talleres nos empeñamos en construir.
Eso es lo que queda inscripto en la memoria. El andamiaje emocional que proponemos y que ustedes, queridos estudiantes (muy queridos se puede decir?) se encargan de materializar durante un breve y extenso año de convivencia.
Las palabras y los gestos de estas jornadas de cierre y despedida tienen un efecto de imposible dimensionamiento en términos meramente académicos. Nada ligado a la emocionalidad está considerado necesario desde lo institucional, sin embargo como una gran paradoja, año tras año se constituye en el confortable marco para dejar que el señor Monge y sus secuaces nos involucren en sus sapiencias.
Cada palabra y cada gesto de cada uno de ustedes nos reconfiguran. Es algo más que un elogio. Es el nuevo engranaje que se suma a otros y mantienen esta máquina de enseñar en movimiento.
Cada palabra y cada gesto se guardan en el recóndito lugar donde atesoramos los aires intangibles que nos hacen seguir.
Cada palabra y cada gesto entonan una nueva música de esas que tanto parecen agradecer en nuestras teóricas y que materializan lo que parece estar tan afuera de la mesa del saber y que sin embargo nos dan un necesario espacio de identidad.
Quiero agradecer a Moira, Mónica, Natacha, Andrea, Lucía, Estéban, Marcelo, Ricky, Guido, Sebastián, Nico, Julián y Jade (ausentes con aviso en la foto) por su paciente trabajo y por su voluntad de dejarse llevar por estas ganas de volver a la pregunta una y otra vez.
Quiero agradecer queridos jóvenes por tanto amor que nos dejan desparramado por el taller y que nos atiborra hasta el último rincón de nuestras humanidades.
Un abrazo esencial a cada uno y hasta siempre!
Gustavo Barbosa
PD: como no despedirnos con música? entonces elijo al señor Luis que incansablemente nos acompaña