Recuerdo el libro "La casa de las bellas durmientes" de Yanusari Kawabata, donde relata la historia de viejos hombres que concurren a un prostíbulo para dormir con jóvenes vírgenes sin poder tocarlas o mantener relaciones con ellas, para tan sólo poder mirarlas y recordar otros tiempos. Ésto que en principio podría ser tomado como una perversión o una experiencia de enorme frustración, también podría ser leído como un acto de ajuste a una potencia y por lo tanto, como dice Deleuze, un acto de alegría.
Que nos impulsa a constantemente medir nuestras fuerzas, y por ende a probar nos?
Hacer es uno de los verbos que nos lleva por la vida en constante tensión:" tengo mucho que hacer, los quehaceres domésticos, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, que estás haciendo?" son las partes visibles de los impulsos que nos cotejan a cada instante.
Permanentemente reacomodamos las huellas que transitamos para seguir el constante devenir de los eventos que nos hacen...hacer.
La sabia gente grande complementa lo por hacer con lo ya hecho, con la experiencia vivida y de esta manera completa escenas de felicidad. Hablo de sabia gente grande.
Hacer, hacer y pensar, pensar y hacer, pensar parece una combinación de verbos que nos garantizan una vida adecuada a cada momento contra un conglomerado de estupideces inalcanzables salvo para superhumanos de consistencia efímera.
Las nuestras son profesiones de hacer, consistentes y concretas, tanto como nuestros pensamientos sobre el cómo.
Una y otra vez, todo vuelve a comenzar.
Abrazo
Gustavo Barbosa
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