viernes, 27 de noviembre de 2020

rabiosamente así















El 2020, como buen año bisiesto se ha empeñado en ser el mejor y se lo merece sin duda alguna.
Nos ha hecho parar el universo, nos ha hecho pensar, nos ha hecho expresar las más de las emociones, nos ha golpeado, nos ha dejado sin aliento, nos ha zamarreado, nos ha sacado de los lugares que solíamos ver, en los que solíamos ser y nos ha enfrentado con los irremediables espejos que nos miran.

Quien soy?

Es particularmente desconcertante vivir en un país que busca horizontes distintos cada vez.

Esta semana nos ha enfrentado con las fuertes emociones que llevamos guardadas en los lugares santos que se agolpan a los empujones por salir a la luz.

Las emociones y tristezas personales son únicas e intransferibles. Pero las emociones y las tristezas sociales, las de todos, son poderosas y nos convocan desde los huesos hasta el infinito.
Así las lágrimas de la otra persona se transforman en propias, así las tristezas y las alegrías se transforman en lo que nos da identidad.

Me conmueve encontrarme con las emociones del otro y cantar juntas y juntos buscando resonar con los que se fueron y con los que seguimos, así, en estos silencios tan llenos de sonidos.
Me gustan estos días que abren puertas que, al atravesarlas, nos dejan llenos de cicatrices y a la vez, indescriptiblemente mejores.

Abrazo 
Gustavo Barbosa

para el Diego que llevamos dentro

fotografía: Día a Día






martes, 24 de noviembre de 2020

hay una otra persona

 




















Ante la inminencia del fin de la pandemia que nos toca en suerte transitar, parece ser un tema la vuelta a la normalidad.
Estamos transcurriendo una época extra ordinaria, lo cual tiene una vertiente interesante y quizás nos toque reconsiderar algunas formas de esta vida.

Lo que no deja de causarme cierta gracia es la perentoria necesidad de mucha gente de volver a la normalidad, a cómo dé, aún a costa de nosotros mismos.

Quien somos los que volvemos? Los que éramos antes? Los que éramos, ésas y ésos que vivíamos entre nosotros y los otros?

Estos días, parado frente al espejo, pensaba en quien es esa persona que me imita en cada movimiento? Quien es esa otra persona que no es más la que era?

Cómo nos afecta social y afectivamente este transcurrir de horas y horas atrapados entre el virus y el fantasma del temor?

Cómo siquiera podemos pensar en volver, si a ese que está conmigo que dice ser yo, casi no lo reconozco?

Volver. Sólo Gabo puede volver a volver, nosotros tenemos mucho que hacer para no transformarnos en una escenografía berreta de cartón pintado.

Habrá que salir un día de éstos, pero no salir a las calles que fuimos perdiendo, sino salir de lo que fuimos para ser lo que podamos ser. O quizás, algo más.
Habrá que intentarlo, recuerden que lo extra ordinario pasa muy muy de vez en cuando.

Abrazo, de los posta
Gustavo Barbosa

fotografía: Bourdier





jueves, 19 de noviembre de 2020

50 presentes

 

















A finales del '69, principios del '70 vivíamos bajo un otro régimen militar, los adalides del deber ser como hay que ser, mantenían en aparente calma las cuestiones sociales y las miradas obedientes sobre los valores de la gente de bien.

A mis 15 años los fervores de la rebeldía encontraron el canal perfecto para desordenar los mandatos: la música. 
A la mirada de hoy resulta extraño, pero en aquellos años, era declaradamente contra cultural el asistir a recitales y seguir a las bandas tan reveladoras.

En esos días apareció una puerta a otras formas de entender el diario trajín: se publicó el primer Lp de Almendra.
Podría intentar describir el efecto oceánico que produzco en mi humanidad, casi a estrenar, pero no es ésa la intención.

Escuchando con suma atención el relato de Edelmiro, Rodolfo y Emilio (bajo la estela de Luis) y parafraseando a Fito Paez cuando en La Rueda Mágica dice:..."me fui de casa a tocar Rock & Roll y no volví nunca más"...me pregunto si este viaje que comenzó en aquellos años definió una manera de encarar la vida, no importa si hacés música o no.

Apostar a la creación, a la pasión, al devenir, a no perder la idea de la pregunta como motor esencial, a confiar en la providencia, a sostener la sonrisa, son algunas de las elecciones. Son postulados que llevamos a cuestas, en los talleres y en cada uno de los lugares donde ejercemos el ser.

Este texto no tiene una referencia nostálgica, sino por el contrario, intenta develar la perseverancia de algunas posiciones que casi sin querer, se han vuelto el alimento de cada día en este mundo.

"Como una flecha de diamante clavada en el corazón" dice Edelmiro. 
Como la conciencia de cuidarla cada día, digo yo.

Abrazo
Gustavo Barbosa

para mis compañeras y compañeros de ruta

fotografía: sin data



sábado, 7 de noviembre de 2020

ires y venires


 













Siempre me llamó la atención el fenómeno de la retracción de nuestras playas, del como de a poco las que eran anchas dejaron de serlo por más esfuerzos que se hicieron.

Alguna vez leí que las construcciones (horribles en general) que se hacen a la vera de las arenas impiden el libre juego del viento que las lleva y las trae. Lógica pura, pero claro, la fiebre inmobiliaria, una vez más, administra esa libertad y nos estropea todo.

Después de 5000 días de aislamiento, cada mañana me pregunto cuales será los efectos que nos quedan a cada una/o de nosotros.
Nadie siguió con su vida normal ( vaya adjetivo!!) entre el miedo, las calles alguna vez vacías, los permisos, las redes, los encuentros, las añoranzas, la vida y la muerte.

Ahora, después de imaginar un mundo nuevo, ante la vista de vacunas y remedios, parece que podemos volver: a donde?
Más allá de las realidades de cada una/o de nosotros, en el nudo de nuestra capacidad de sentir y elaborar eso que sentimos, como salimos de nuevo a las calles sociales?
Más allá de los reglamentos, que partes nuestras siguen funcionando con normalidad (otra vez) y que partes se cerraron?

Creo que a lo largo de la vida, los sentires van y vienen, van y vuelven, como las arenas, movidos por algún equivalente al viento que nos brinda el devenir.
Me pregunto si, más allá del espejismo de las redes y los zoomes, esa capacidad sigue en juego.

Quizás no sea la pregunta ideal para una mañana de sábado soleado, pero, inevitablemente recorre mis espacios.

Abrazo (de los posta)
Gustavo Barbosa

fotografía: Anne Barlinckho