miércoles, 1 de mayo de 2019

volver






































Esta es una historia de amor y que mejor que contar una historia de amor en un día tan especial como el 1º de Mayo.

Hace treinta y un años, en mayo de 1988, Claudia y Pato me convocaron para reciclar la casa de los abuelos de Claudia en Villa Ballester, de quienes la habían heredado.

Una típica casa de reminiscencias alemanas en un barrio donde han recalado muchos ciudadanos de aquel país.

Ya la encomienda tenía un grado de amorosidad de alto valor, era rescatar y transformar la casa de los abuelos! Nada menos

Fue una buena obra, de acuerdos consistentes, de gremios casi familiares, de dar y recibir y de escuchar las voces y los sentimientos que nos sobrevolaban.

Una de esas obras que se guardan en el lugar de las buenas cosas casi más allá de lo profesional, de esas que se entregan con alegría y con la sensación de haber construido bien, en el sentido más amplio de la palabra.

No volví nunca más, hasta el sábado pasado, cuando fui invitado a cenar con otros amigos y familiares.

Grande fue la emoción de volver a entrar, treinta y un años después!

Recorrer juntos cada espacio, cada detalle, cada rincón fue una experiencia que me conmovió. Reconocer los diálogos de aquellas épocas en las vivencias de todos estos años pasados, en los objetos, en el clima de una casa vivida y querida me instalaron en la emoción.

Las voces de aquellos abuelos, las voces de la familia, las voces de todos nosotros conformaron una conversación de inestimables aristas que me llevo para guardarlas en mis lugares santos.

Reciclar, construir, transformar, respetar, esa es nuestra tarea, la de los que nos dedicamos a intentar un mundo mejor.

Gracias Claudia y Pato! Hicimos juntos un buen trabajo.

Abrazo 
Gustavo Barbosa

No hay comentarios:

Publicar un comentario