domingo, 17 de septiembre de 2023

ceremonias





















Es un segundo.
Es un instante fugaz.
Es indescriptible.

Es ese momento en que se apagan las luces de la sala, del estadio o donde sea y la energía de muchas y muchos se alinea en una sola voz: la música.
Es esa emoción que nos arrasa a todos, a los músicos y a la otra parte de la ecuación: el público, nosotros, nosotras.
Es sutil y es primitivo a la vez.
Es la música que se adueña de todos y nos lleva de la mano a un lugar mejor, el mejor.

Es ese instante en el que confluyen el mundo del afuera con sus cotidianeidades y el mundo del otro barrio, ése donde no hay problemas, sólo el desplegar de la emoción en el cuerpo.
Es como la playa donde se juntan el mar y la tierra para conformar ese otro lugar.
Es el silencio, el aliento contenido hasta que se levanta el telón.

Llevo años asistiendo a recitales, grandes, chicos, ampulosos, simples, inocuos o demoledores, en todos se repite ese increíble momento de expectativa, de emoción.
Es la misma conspicua ceremonia.

Abrazo
Gustavo Barbosa
fotografía: Getty Images












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