domingo, 24 de mayo de 2020

yo te conozco



Cómo se conoce a alguien?
Cuando se puede decir que conocemos a alguien?

Al otro, a la otra.

En estos días tomados por la sensación de soledades digitadas, hay tiempo para pensar, para pensarse, para tomar distancia, para mirar desde esa distancia, para bucear entre disquisiciones, para imaginar miradas (reales) abrazos (reales) besos (reales).

Es imprescindible no perderse en los desvaríos virtuales que son solo el trailer de lo verdadero, aunque sean óptimos en este presente de aislamiento asilado.

Estamos a punto de comenzar nuestros demorados cursos en estado de invisibilidad orgánica. No hay caras, no hay cuerpos, no hay comunicación gestual y la pregunta surge de forma inevitable: cómo será esta experiencia inédita?

Los talleres son nuestro lugar de trabajo, de crecimiento, de exposición, de confrontación, de sorpresa, de alegría, de miedos, de aprendizaje, y todo éso es posible por el tejido vincular. No entiendo otra manera. No creo que sea reemplazable.

Como hacer entonces? Como hacer para hacer?

Los milagros de la comprensión existen.
Los milagros afectivos están acá, al alcance de la mano.
A veces tienen otras formas, otros tiempos.
A veces vienen desde tiempos inmemoriales y un día se nos aparecen sin cita previa.

Hoy confío en nuestra capacidad de sostener las cosas importantes y acudir a ellas cuando nos amedrenten las amenazas de confinamiento afectivo.
Siempre habrá lugar para vernos reflejados en esa sonrisa que te enseña lo más importante: a sonreír.

Abrazo 
Y nos vemos (por favor!)

Gustavo Barbosa

por nuestras desmesuras

fotografía: Carsten Witte


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