domingo, 5 de enero de 2020

días de visitas






























Había un espacio muy deseado en nuestra infancia, que solo se desplegaba en días tan especiales y tan soñados: los días de visitas!

Esos días, ante mis ojos de niño, se abría el bar con sus botellas de colores, se prendía incienso que traía perfumes exóticos, papá y mamá se vestían con brillos y había un cierto humor en el aire de nuestra casa. 
Sonaba la música en el Winco, brillaban las copas y el eternamente prohibido sillón del living recibía nuestros ansiosas sentadas. 
Los ventanales se abrían de par en par y la vista desde el 7º piso era deslumbrante y parecía infinita.

Los invitados traían nuevas historias, bellezas, idiomas distintos y otros ingredientes que nos hacían imaginar lugares desconocidos y maravillosos.

Yo miraba, escuchaba, absorbía en silencio todo lo que allí pasaba, en azorado silencio.

La felicidad estaba al alcance de la mano, allí, en esas pocas horas.

Este dibujo de Tute, precipitó viejos y queridos recuerdos, el origen de mi amor incondicional por la música y los músicos, la valorización del encuentro, como atisbo de lo social, el afecto por el otro, la humanización de los contextos y tantas cosas más que me han conformado.

Hoy evoco estas vivencias y soy yo quien recibe a las visitas, en una tibia noche cualquiera, con la misma alegría y con la música dando vueltas por ahí...

Abrazo
Gustavo Barbosa

ilustración: Tute

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