lunes, 19 de agosto de 2024

Tesa, Alain y yo




En ese espacio indefinido entre el final de la adolescencia y los principios de la juventud, pasan muchas cosas, algunas algo traumáticas y otras inolvidablemente traumáticas.
En aquellos lejanos años, en Mar del Plata (la vida siempre era en Mar del Plata) se formó mi primer grupo de amigas y amigos, mi primera barra. Con la inevitable melancolía de saber que nuestras aventuras duraban lo que duraba el verano, consumíamos los día y las noches con absoluta fruición. Después venían las cartas, las larguísimas cartas que esperábamos con ansiedad y leíamos mil veces. Y otra vez.
En ese grupo inicial había una chica muy especial: Tesa. Hermosa, bajita, difícil, casi arisca, hermosa ( ya lo dije?) con incipiente cualidad de militante. Nuestras cartas eran antológicas, eternas y fundantes de quizás mi primer amor. Hablábamos de lo horrible del mundo, de las injusticias, de la rebeldía a casi todo porque sí y hablábamos de Alain Delon, de quien Tesa estaba profundamente enamorada. Obviamente ante la imposible y gigantesca tarea de competir con el guapo señor Delon, decidí que lo natural era hacerme amigo de él. Así, durante algún tiempo y adelantados a la época, formamos un trío de notable factura.
Nunca me animé a decirle a Tesa que la quería y por supuesto nunca nos besamos.
Nunca conocí a Alain y nunca se enteró del trío del que formó parte sustancial.
Nunca más supe de la vida de Tesa y ayer, cuando me enteré de la muerte del amigo Alain, se me abolló un poquito el corazón.
Por la vida que de a poco se va escurriendo, por los viejos amores, por las historias guardadas en los lugares santos, por las risas y por la felicidad.
Buen viaje querido Alain y gracias por hacerme la gamba. 

Abrazo
Gustavo Barbosa 

PD: claro, también me enamoré de Leticia...pero ésa es otra historia